-¿La abuela?, ¿qué puede saber ella de todo esto?- preguntó
intrigado su hijo.
-Tu abuela tiene ya muchos años, debería conocer, o al menos saber
algo.- contestó Valdrada.
-Bueno, pues dicho esto, no hay más que decir, ¿no?- dijo Alberto. Miró al rededor de la sala esperando el
asentimiento de la gente. Todos afirmaron que había que consultar a lady Mary, la
mujer más anciana del mundo. Ella había sido la anterior reina consorte a
Valdrada, pero en cuanto murió el antiguo rey de Agunia decidió retirarse de la
vida pública y establecerse entre su familia. Así, a sus ochenta y cuatro años
de edad, conservaba una mente privilegiada y era conocida como la anciana del
mundo por superar con diferencia la edad del resto de humanos hasta entonces
conocidos.
Los señores comieron tranquilamente, y charlaron y planearon la
salida hacia Agunia. Se acordó que irían a la misma: la nobleza perteneciente a
Agunia, el propio Alberto con una escolta de tres guardias y Sid. También se
decidió que los acompañaría Marina de Trájel.
-¿Para qué queréis que salgan del palacio mis sirvientas?-
preguntó Alberto al rey Miguel.-No lo veo necesario.-
-Cuando una reina muere, es costumbre cambiar a sus doncellas y
sirvientas. Deberíais saberlo, más que nada porque cuando os caséis, vuestra
esposa elegirá a las suyas.- sugirió el rey de Agunia. -Por eso propongo
trasladarlas a Agunia para que mi esposa las observe y decida.- Alberto se puso
pensativo. No había pensado mucho en el tema de casarse, o de tener mujer
alguna a su lado.-De todos modos mi hijo y la princesa Marina contraerán pronto
matrimonio.-miró a su hijo y le sonrió. El joven Miguel no hizo mueca alguna.
Marina sonreía de oreja a oreja.-Así que, si la propia princesa quiere, puede
elegirlas como doncellas. Son jóvenes.- Bea y Alba se miraban incrédulas, no
habían tenido en cuenta que ahora cambiarían de lugar, e incluso, ¡puede que de
situación! Se ruborizaron, sus situación iba a cambiar.
-Está bien, si ellas quieren, pueden trasladarse. No creo que me
case muy pronto.- Sonrió.- Así que, vamos, preparad el equipaje. Mañana por la
mañana partiremos a Agunia.- Los nobles terminaron de comer y pasaron el resto
del día descansando y compartiendo experiencias y hablando de temas de sus
propios reinos.
Llegó la mañana de la partida. Alberto no volvería al menos en una
semana. Las gentes estaban ajetreadas, iban de aquí para allá ultimando sus
equipajes.
-Al fin sobrino, sois rey. Espero que volváis pronto con buenas
noticias.- Juan despedía a Alberto que estaba ya sobre su caballo.-Tened en
cuenta mi propuesta, y muchas suerte.-
-Gracias tío.- sonrió- Ahora debemos partir, tendré en cuenta
vuestra propuesta, no lo dudéis.- espoleó a su caballo y dio el aviso de
partida.
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