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martes, 9 de abril de 2013

Parte 12. Capítulo 2 de mi novela.


Estaba todo oscuro en la habitación de Andrea.  No había dormido desde que su tío las envió a Jelen y a ella a la cama. Se levantó muy cuidadosa de no hacer ruido y salió al pasillo. La estancia estaba levemente iluminada por un ojo de buey en lo alto de uno de los lados del pasillo. Estaba lloviendo y el sonido de las gotas al caer la protegía de algún pequeño ruido que pudiese despertar a su prima. Estaba descalza y llevaba una túnica de algodón verde que llegaba por el suelo. Descendió por las estrechas escaleras al pequeño recibidor. Había algo más de luz que en el piso superior, Medik había dejado encendida una antorcha en la sala de al lado y la luz se proyectaba cerca de Andrea. Se acercó hacia ella y la cogió. Tenía los pensamientos bastante claros, dentro de esa cabeza alargada y tras esos ojos azules claros había una idea: quería quemar la pollería, y dentro de ella, a su prima.
Ya lo tenía todo organizado. Primero prendería la zona de la cocina y salón, después las escaleras por las que se accedía a las alcobas, y por último la pollería. Todo el recinto prendería al instante por la antigüedad de la madera y vigas que soportaban la estructura de la casa. Se vendría abajo enseguida. Dejó la antorcha donde estaba y fue a paso ligero a la parte trasera, al establo. Estaba algo húmedo. Allí cogió un palo lo suficientemente resistente para soportar la paja que liaría en torno a él con una cuerda y brea. El caballo emitió un sonido de sorpresa. Regresó por los pasillos hasta las escaleras anteriores, se paró y miró hacia arriba. Todo seguía en silencio menos las gotas de la lluvia. A continuación se metió en la salita de nuevo y prendió el palo envuelto con la antorcha y lo arrojó al centro de la sala donde había una mesa. Esperó a que prendiera, en pocos minutos estaría ardiendo esa mesa y las cuatro sillas de alrededor. Salió con la antorcha en la mano. Estaba sudando y muy nerviosa. Recorrió el pasillo hasta llegar a la pequeña cocina. Allí dejó que la antorcha hiciera su trabajo unos segundos sobre algunos rastrojos que sacó de la chimenea y puso sobre una encimera bastante vieja. Prendió casi al instante. Colocó una silla de madera y mimbre encima. Salió al minuto, pero se dio la vuelta y miró de nuevo esa cocina en la que tanto había estado. Cuando vio el vano de la puerta de la salita anterior ya salía humo, debía darse prisa. Ahora tocaba prender las escaleras casi rotas. Cuando lo hizo dio la vuelta y fue hacia la pollería por la parte de atrás. Escuchó a su tío Medik hablando con una mujer joven a lo lejos, pero nadie la vio. Estaba lloviendo y la antorcha apagándose, así que aligeró el paso y llegó a la puerta de la pollería. Estaba cerrada, lo había olvidado, podía haber entrado por la puerta que la comunicaba con su casa. Reaccionó, la antorcha seguía apagándose. Se apagó. Ya no podía hacer otra cosa que esperar. Corrió hacia dentro, ya habían pasado unos minutos y el humo se acumulaba. Cerró la puerta de acceso a la casa por dentro y esperó. Comenzaba a inhalar humo. Miró a las escaleras, no podía subir, el fuego las convirtió en cenizas y este ya se había expandido por los comienzos del pasillo de arriba. Jelen parecía seguir durmiendo. Andrea esperó un poco más hasta lo que pudo, miró de nuevo a su alrededor, la salita estaba casi consumida, las paredes de la cocina ardían y ya llegaban al techo, comunicándose con los suelos del piso superior. Casi no podía respirar. Cerró los ojos, empezó a gritar y a llorar y salió por la puerta.
-¡Socorro!, ¡ayuden a mi hermana!- así se llamaban y las conocía todo el mundo, pues se habían criado juntas.

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Autor:Miguel García Campos

lunes, 8 de abril de 2013

Parte 11. Capítulo 2 de mi novela.


Medik salió y cerró la puerta. La calle estaba en penumbra pero se podía ver perfectamente quién y qué había en ella. Bajó los escalones de la puerta con pesadumbre y recorrió la calle hacia la izquierda. La ciudad estaba construida en un plano radio-céntrico y todas las calles eran circulares u ovaladas, no había ni una sola recta. Su casa estaba situada en la parte alta, al oeste de Enclave del Norte. Conforme avanzaba por la ruta pensaba en sí y en su hija y sobrina, no sabía que sería de ellas, el negocio iba de mal en peor. "No puedo más", se decía una y otra vez, incluso llegó a veces a pensar en quitarse la vida. No tenía mujer, empobrecían y él se arruinaba. Pasó de largo la casa de Verena, una mujer con pensamientos muy antiguos que no salía apenas de su casa y que todo el mundo la acusaba de bruja.
Medik levantó la cabeza y miró a su derecha, el imponente templo de la diosa Merla estaba abierto. Miró a su izquierda, la calle del burdel estaba llena de luces y prostitutas sugerentes. Miró al cielo, empezó a llover. En un breve instante estaba corriendo sin pensarlo hacia el burdel. Se chocó con Margaret.
-¡Lo siento, Medik!- se disculpó la joven prostituta.
-Tranquila, venía corriendo y no te vi.
-Bueno, yo tampoco me di cuenta. ¿Por qué venías al burdel?- preguntó muy curiosa.- Nunca te he visto aquí.- se le notaba preocupada. Medik cambió de tema al instante:
-Vámonos a donde nos resguardemos, si no, enfermaremos.- contestó.
Ambos fueron a las puertas del templo de la diosa de la salud. Medik quería entrar, pero Margaret se negó.
-Tengo que irme, la señora me espera.- dijo Margaret nerviosa.
-Señorita.- corrigió Medik.
-Sí, eso mismo.- Y salió corriendo unos metros. Al instante se paró, miró atrás y regresó con Medik.             -¿Quieres... ,quieres que pase la noche contigo?- sugirió la tímida e inexperta joven. Ella no quería hacerlo. Se bajó un lado del hombro y mostró un pecho al pollero llorando. Medik la miró con pena y tristeza. No podía ver a una mujer desnuda, no a otra que no fuera la madre de Jelen, y Margaret era como una hija.
-Vete anda.- dijo al fin. Vio alejarse a la joven y añadió a voces: -¿Cómo está tu hijo?- Margaret no lo escuchó, continuó corriendo bajo la lluvia hacia aquel burdel.

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Autor:Miguel García Campos

domingo, 7 de abril de 2013

Parte 10. Capítulo 2 de mi novela.


-Papá, ¿qué haces?- la habitación era pequeña y estaba muy húmeda.
-Déjame tallar esto, hija.- contestó Medik. La hija se quedaba encandilada viendo lo que hacía su padre, así se entretenían todas las noches.
-Jelen, deja a tu padre y vete a dormir, mañana será un duro día.-  La familia Gipetra llevaba un matadero de pollos y gallinas y tenían un establecimiento rupestre y amplio donde los servían en la parte delantera de su casa. El negocio era herencia del abuelo de Medik.
-Quiero quedarme un rato más.- contestó Jelen.-Además, siempre me levanto la primera y soy la que más rinde.- expresó con tono superior.
-¡Déjate de tonterías, niña!, ¡y vete a la puñetera cama!- gritó Andrea, su prima de su misma edad. Era hija del hermano de Medik.
-¡A mí no me hables en ese tono! ¿eh?- Andrea se abalanzó sobre Jelen y la tiró al suelo. Empezaron a pelearse. -¡Serás desgraciada, niña mimada!-
-¡Tienes envidia porque no tienes un padre que te quiera, te abandonaron!- decía en defensa Jelen.
-¡Ya está bien!- gritó Medik con voz fuerte y grave y dando un golpe con las manos en la mesa.- no os quiero ver a las dos en lo que queda de noche, ¿me oís?, y escucharos aún menos.- cada una miraba al suelo enfadada- Así que, ¡fuera!- las dos obedecieron y se fueron a su alcoba.
-Siempre pasa lo mismo...- susurró Medik.

La noche cubrió Enclave del Norte, y con esta ciudad, al burdel de Diamonda.
-Esta noche no está muy fresca, a ver si vienen algún desgraciado más.- decía Diamonda a una de sus chicas.-Han entrado dos hombres nada más, esto se va a pique.-
-No sea tan pesimista, señora.- contestó la prostituta.
-Señorita Diamonda.- corrigió la jefa.-  Y ahora sal a la maldita calle y enséñale una teta a un capullo de esos.
-Sí señorita...- contestó apurada.

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Autor:Miguel García Campos


Renace el que sueña con el ojo entreabierto.

Renace el que sueña con el ojo entreabierto, 
luces de agonía detallas en mente cerrada por persiana,
cumbre del pico más bajo,
pues más altos siempre acaban encontrándose,
y haber de buscar un techo boca abajo del mundo infernal, 
gloria eterna al escarabajo.

martes, 2 de abril de 2013

Rasgo so.


El que se muera, morirá.
Y el que no, también.
Y si no, comerá.
Y el que no, también.
Saca sentido.
Y si no, también.
Respira.
Y si no, también.
Esfuma...