Llegó el día de la coronación. Fuera de palacio empezaron a
formarse las primeras nubes que acabarían siendo una barrera entre el sol y la
tierra. Hacía frío, ahora todos llevaban ropas mas abrigadas que el día
anterior. La mañana transcurrió tranquilamente. Las gentes de palacio caminaban
en el exterior hasta que empezó a llover. Era 8 de noviembre.
-Madre, en cuanto finalice la coronación partiré a Brenel.- avisó el joven Miguel a Valdrada algo resacoso.
-¿Por qué tanta prisa hijo?- preguntó curiosa. Empezaron a caer
unas gotas.-Metámonos dentro, está empezando a llover.- Los dos llegaron dentro
a tiempo antes de que comenzara la lluvia de verdad que gradualmente tomó
fuerza.
-Ayer por la mañana encontré a una joven en un claro del Bosque
Frondoso. Estaba sola.- Miguel no mencionó al hombre del suelo. Valdrada miraba
a su hijo preocupada.-Mandé a Lucas a que la escoltara a Regal y que allí la
registraran para saber quién es de verdad.- la madre, pensativa le dijo:
-¿Sola?, ¿qué haría una muchacha sola en el bosque?-lo miró
incrédula. Entonces Marina pasó por la puerta al lado de la que ellos
conversaban. Estaba radiante, sonreía. Le acompañaba su hermana Gwen.
-Buenos días Miguel, y señora.- saludó e hizo una reverencia como
prueba de su cortesía. Su acompañante hizo lo mismo. La sonrisa no se le
borraba de la cara y no dejaba de mirar a su prometido. Valdrada advirtió lo
que allí pasaba, así que las saludó y optó por irse y dejar a su hijo con las
muchachas. Miguel se enojó. No le molestaba estar con Marina, no era mala
chica, pero sabía lo que sentía por él y le incomodaba hablar con ella y no
corresponderle, pues no la quería.
-Hola.-dijo secamente. Las observó, se puso nervioso y miró a otro
lado. La joven rubia no dejaba de sonreír. La noche anterior había ocurrido
algo muy importante para ella. Y creía que para Miguel también. Pero no era
así. El príncipe solo recordaba breves instantes de placer, y no precisamente
con Marina, si no con Donna.
-¿Cómo estáis?-preguntó su prometida. No respondió. Pensaba en la
noche que había pasado con Donna y en qué estaría haciendo ahora mismo.
-¿Miguel?- llamó la atención Gwen. Este salió de sus pensamientos
con la muchacha del bosque. Las volvió a mirar y se disculpó. Se dio la vuelta
y se fue hacia el Gran Salón.
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Autor:Miguel García Campos
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