-¡Mamá!- gritó más fuerte Marcos, tenía quince años.- ¡el niño
está llorando!- Denise dio un grito lleno de resoplidos y se metió en la
habitación contigua a la barra de la posada, donde su hijo menor la esperaba
llorando desesperadamente para que lo atendieran de una vez.
-¿Denise?- entró el joven Miguel en la pequeña habitación poco
después buscándola. La mujer estaba amamantando a su pequeño nerviosa, no podía
pararse. La mujer estaba dispuesta a levantarse de donde estaba sentada.
-No hace falta que os levantéis.- la mujer se volvió a sentar con
el hijo enganchado aún al pecho.- he venido a preguntaros si ha venido por aquí
mi escudero con una joven.- Denise conocía a casi todo el mundo y Miguel y
Lucas que frecuentaban el lugar no eran menos.
-Sí, una muchacha guapa la verdad. Se fueron antes de ayer, y creo
recordar que hablaron acerca de su palacio señor.- el niño no se hartaba de
mamar. -le dejé a la chica unas prendas mejores de la que llevaba de mis hijas.
¿Porqué lo preguntáis mi señor?- Denise era una mujer curiosa pero algo
impertinente.
-Eso es cosa mía. Gracias Denise.- salió de la pequeña habitación.
La noche avanzó y todos bebieron hasta hartarse. Los jóvenes
Alberto, Sid y Miguel fuero los últimos en irse a dormir. Junto a ellos se
quedaron las doncellas Beatriz, Alba y la princesa Marina, que no le quitaba el
ojo a su prometido. Todos en la posada dormían ya. El grupo de jóvenes estaba
bastante ebrio. A Marina tuvieron que llevarla a su alcoba las doncellas que
posteriormente, a duras penas volvieron a bajar al salón principal. Todos
parecían salidos de una pelea.
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Autor:Miguel García Campos
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