En mitad de la noche se escuchó un grito, fuera de la taberna. Era
un grito femenino que alertó a las gentes que allí descansaban. El hijo de
Denise decidió dar una vuelta por los alrededores para ver qué pasaba. No
encontró nada.
Beatriz, tras esto, tuvo que hacer el esfuerzo de no abrir más la
boca, porque de ella solo emanaban gritos de placer, seguidos de dolor. Esa noche
más de uno en aquel lugar estaba divirtiéndose.
Los primeros rayos del sol ya lucían cuando Beatriz y Sid se
encontraron dormidos junto a un roble. Ambos despertaron al mismo tiempo.
-Buenos días- susurró ella. Sid se sobresaltó y se puso en pie
sorprendido.
-¿He pasado la noche contigo, a solas?- preguntó algo asustado.
-Si.., ¿por qué estáis tan nervioso?- su voz se enfrió y se puso
triste.
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Autor:Miguel García Campos
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